domingo, 20 de mayo de 2007

Leyendas: George Best, el quinto Beatle



Decían en una película que las estrellas que brillan con el doble de intensidad se consumen en la mitad de tiempo. Una vez nació en Belfast un borracho que entre pinta y pinta le daba por jugar al fútbol como los ángeles. Simplemente se limitaba a hacer honor a su apellido, el mejor, George Best. Ese que “si hubiese nacido feo nadie habría oído hablar de Pelé”. De hecho, el célebre brasileño dijo de Best que era “el mejor futbolista que he visto sobre un terreno de juego”. Y el astro carioca no fue el único en rendirse a sus pies, también Maradona o Cruyff han reconocido el insultante poderío de Best. Era un bohemio, un crápula a la antigua usanza, como tantos artistas, un Bukowski que creaba obras de arte con el pie en vez de con las manos.

Lo malo es que los futbolistas no pueden castigar su cuerpo de la misma forma que otros magos del arte como un escritor o un pintor. Por eso, el chico de Belfast se convirtió en una leyenda en activo. Las leyendas solo empiezan a forjarse cuando el autor muere y solo queda la obra. Best murió antes de los 27, edad a la que salió del Manchester United, al que ayudó a conseguir que Old Trafford sea llamado “El teatro de los sueños” y que a su vez lo impulsó a él a crecer en popularidad hasta alcanzar cotas tan altas como para ser considerado “El Quinto Beatle”. Tenía aún más fans que los componentes del grupo, las chicas lo acosaban y fueron otro de sus “vicios”. Ya dijo una vez que “al principio de mi carrera dije que si me daban a elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con Miss Mundo iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas”.

En éstos tiempos en que parece que David Beckham ha inventado la palabra “mediático” nadie parece acordarse de que el primer futbolista que consiguió ser definido así fue Georgie Best. Fue el héroe de toda una generación, una estrella pop en ese momento y ese lugar donde todo parecía cambiar. Los años sesenta, la década rebelde. Cada época tiene un nombre propio y el de aquella fue George Best. Probablemente no fue el mejor futbolista de la historia (podía haberlo sido) pero no cabe duda de que fue la personalidad más carismática que ha dado éste deporte, precisamente porque su poder de masas no se quedaba solo en el deporte.

Nació el 22 de Mayo en Belfast, Irlanda del Norte. Fue descubierto a la pronta edad de 15 años y el por entonces entrenador del Manchester United, Matt Busby (una leyenda para los red devils), le hizo debutar en el primer equipo con solo 17 años, el 14 de Septiembre del 63, contra el West Bromwich Albion. Ya en su siguiente campaña con el equipo era una pieza clave en el esquema de Busby y obtuvo su primer título de liga. En 1968 ganó la Copa de Europa y le concedieron el Balón de Oro. Para entonces era el mayor referente de un club que había tenido que superar la tragedia de Munich, en la que murieron varios miembros de la plantilla en un accidente de avión y otros sufrieron heridas graves. Ese año el Manchester contaba con la llamada “Santísima Trinidad” formada por tres balones de oro: Bobby Charlton, Denis Law y George Best.

Pero a partir de ese momento comenzó el declive de Best y del club. El envejecimiento de Bobby Charlton y Denis Law dejó al quinto Beatle como líder indiscutible en el esquema de juego del equipo. Pero Georgie se había convertido en poco menos que un héroe nacional, un personaje de papel couché que cada vez era más protagonista en las páginas de los periódicos que en el césped de Old Trafford. Sus problemas con el juego, las mujeres y sobre todo la bebida aumentaban a una velocidad pasmosa. El club le pidió más compromiso pero parece que George había entrado ya en una espiral de la que no sabría salir nunca más. En una entrevista dijo: “En 1969 dejé el alcohol y las mujeres, fueron los peores 20 minutos de mi vida”.

En ese año, Matt Busby se marchó del equipo. Best no supo adaptarse a los nuevos entrenadores o los nuevos entrenadores no supieron adaptarse a él. Sea como fuere, Best perdió el poco crédito que le quedaba en la entidad en 1974, saliendo por la puerta de atrás y comenzando su nueva vida de trotamundos del fútbol con solo 27 años, cuando se supone que un jugador debe estar en la cima de su carrera. Vagabundeó por equipos de segunda fila en Sudáfrica, Estados Unidos, Escocia, Irlanda, etc... En 1976 fichó por el Fulham, donde jugó algunos partidos a un nivel bastante aceptable, pero no recuperó su mejor momento de forma. Después de eso siguió buscando su lugar en el mundo hasta un retiro sin pena ni gloria en el año 84.

Durante el tiempo que jugó en plenas facultades físicas fue el mejor del mundo, pero se perdió joven. Podría ser recordado de una forma muy diferente y más justa (a lo que no contribuyó el hecho de pertenecer a una selección menor con el país sumido en una crisis en el Ulster -jamás pudo jugar un Mundial ni una Eurocopa-), pero lo cierto es que uno no sabe muy bien si debería colocarle entre grandes coetáneos suyos como Pelé, Gianni Rivera, Eusebio... u otros como Mick Jagger. Lo más honrado sería incluirlo en ambas. Eso si, es innegable la capacidad de adoración que creó en torno a si mismo, refutada con las treinta mil personas que acudieron a su funeral en Belfast en Noviembre de 2005 tras haber fallecido en Londres a causa del alcoholismo. Aquel día caía una lluvia torrencial que no consiguió que se marchara nadie. El cielo lloraba por su ángel caído.



5 comentarios:

Montu dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Montu dijo...

"Parte de mi dinero lo gasté en alcohol y en mujeres, el resto lo despilfarré." George Best.

Un ángel que jugaba al fútbol y bajo a los infiernos gracias al alcohol.


Te ha quedado fenomenal ;)

Wade #3 dijo...

Genial articulo, ademas muy bien acompañado con la musica de los Beatles jeje.

alcasulo dijo...

“En 1969 dejé el alcohol y las mujeres, fueron los peores 20 minutos de mi vida”

esta es la frase que mas le caracteriza, genial jugador para su corta carrera.

Rick dijo...

Gracias a todos. Se agradecen los comentarios.

El próximo capítulo... Roberto Baggio